Asociación de Veteranos de Dragados

En estos tiempos de tanta incertidumbre social en dónde asomarte a  la ventana de un telediario es como  adentrarte en  el  túnel del  tren de la Bruja, los éxitos  en los deportes es lo único que nos eleva  la moral y nos equilibra un tanto nuestro estado emocional.  Hemos asistido esta semana  a las grandes batallas  inocuas que a golpe de raqueta  se han librado en el palenque  de las pistas de la Caja Mágica madrileña. Hasta las tantas de la madrugada,  18 naciones se han peleado hasta la extenuación por conseguir la Copa Davis o, lo que es lo mismo, el Campeonato  del Mundo de Tenis  por equipos.  Y esta vez, no sin esfuerzos titánicos,  España la ha ganado para sus vitrinas por sexta vez.  No lo habíamos conseguido desde 2011.

Honor a nuestros heroicos jugadores –Bautista, Carreño, Feliciano López, Marcel  Granollers y el inconmesurable número 1 del mundo Rafa Nadal –  así como  a su capitán y seleccionador Sergi Bruguera.  La ceremonia de entrega de trofeos ha sido todo un espectáculo, si se me permite decir,  patriótico. Banderas de España por todo el recinto, suena  majestuoso  el himno nacional, y el rey Felipe VI entrega a Nadal la famosa “ensaladera”, escoltado por la presidenta de la Comunidad de Madrid y por el alcalde de  la capital. Un final de tarde de este 24 de noviembre de 2019 para no olvidar. Viva el deporte, abajo la mediocridad de seres ególatras que pasean por las televisiones metiendo miedo a la gente. Desde los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia, allá  por el  776 a. C. hasta nuestros días,   los hombres han jugado para competir noblemente entre ellos, para divertirse y para coronar de laurel a los vencedores  en ceremonias de reverencia y reconocimiento al que ha sido mejor.  Cuánto tienen que aprender los políticos de las virtudes del deporte que asimilan en sus conductas los deportistas.

¡¡ Enhorabuena campeones!!  Gracias por habernos hecho  vibrar de emoción a millones de españoles. Y al año que viene, la Séptima.