Asociación de Veteranos de Dragados

Este fin de semana se ha producido un suma y sigue  de acciones violentas en las proximidades de los estadios de fútbol, alguno de leyenda,  como el Monumental de Buenos Aires, y también  en modestísimos campos como el de Beniaján (Murcia). En el primer caso, la violencia contra jugadores del Boca Juniors y contra su afición, por parte de sus rivales del River Plate, cuando se dirigían al estadio terminó con muchos  heridos como resultado del lanzamiento de botellas,  piedras, ladrillos y todo lo que había a mano, incluso contra el autobús del equipo y sus jugadores.  No hace mucho la afición rusa provocó serios altercados en Roma. La semana pasada se enzarzaron en otra batalla campal en Alicante los hinchas del Hércules y del Castellón...para qué seguir. Una pena. Eso no tiene nada que ver con el deporte, con el gran espectáculo del fútbol. De continuar así, uno se va a  pensar dos veces si sacar una entrada  para asistir a un partido  salvo que compre también   un casco y un chaleco antibalas, por si acaso.

Y luego viene el espectáculo de las peleas de madres y padres en Beniaján, cuando un equipo infantil del pueblo jugaba contra los peques del  Lorquí. ¿No les dará vergüenza comportarse así delante de los niños? A  lo peor muchas de esas madres habrán desfilado el domingo detrás de una pancarta contra la Violencia de género,  y más de una quizá protestará el lunes a una profesora porque ha castigado a su hijo sin recreo. Dan ganas de llorar antes estos comportamientos antisociales. Digo yo que hay una altísima pirámide de autoridades- por jefes que no quede- que podrían para esta sinrazón callejera. A lo mejor nos sorprenden algún día de estos y actúan ejemplarmente contra los incordiantes. No estaría mal,  entre otras cosas porque para eso les pagamos.